¿Cómo mantenerse libre de Envidia? (Envidia – Parte III)

Hoy en día es difícil mantenerse libre de envidia. Vivimos en un mundo en el que envidiar es deporte universal. Se trate de lo que se trate (política, negocios, deportes, religión, prensa –sobre todo la “rosa”) siempre está presente: críticas, comparaciones, competitividad acerba, personas que alardean de lo que sea…

Todo este bombardeo de así llamada “información” hace que escuchemos una y otra vez dentro de nuestras cabezas: “¡Eh! Tú, el que estás sentado cómodamente en tu mesa de trabajo en esa triste oficina o en tu sofá viendo la tele o leyendo el periódico durante el desayuno, fíjate en toda esa gentuza que aunque no se lo merece, lo tiene TODO.” Y empezamos a quedarnos ciegos. Poco a poco vamos perdiendo la capacidad de alegrarnos al saborear ese buen café, de estar en ese trabajo con esos compañeros o de ese momento de descanso bien merecido. Dejamos de apreciar lo que tenemos y lo que somos. Dejamos de ser conscientes de nuestra propia valía y empezamos a culparnos y a castigarnos cada día más por no tener lo que otros tienen y pasando luego, poco a poco, a castigarlos también a ellos, juzgándolos, criticándolos, menospreciándolos, burlándonos de sus logros o simplemente apartándolos de nuestras vidas o de nuestro entorno inmediato. Habremos originado un circulo vicioso: cuanto más potente el dolor, más potentes las criticas, más duro el autocastigo, más creciente el rencor, más profundo el odio, más intenso el sentimiento de víctima, más aguda la necesidad de eliminar el contraste, sea como sea.

Es preocupante que nosotros, los adultos, siendo modelos para los más pequeños, no sepamos identificar correctamente la envidia y tampoco seamos conscientes de lo dañina que es. Cada vez que criticamos a otros, cada vez que hacemos comparaciones, cada vez que les enseñamos a ser competitivos y ambiciosos, les enseñamos a ser envidiosos. Y aún hay más. Para enmascarar la envidia, solemos utilizar a modo de disculpa o justificación, la expresión “envidia sana”. ¿Cómo puede ser sano algo que esté causando el más mínimo dolor? Muchos dicen que se sienten motivados por esa “envidia sana”. Hay que preguntarse: ¿de qué se trata en realidad? ¿de motivación o de ambición? La motivación tiene como base la autoconfianza y la admiración, mientras la ambición tiene como base la envidia. Si todavía quedan dudas, habrá que seguir preguntándose: ¿puede ser sano algo que si no se neutraliza rápidamente llegará a hundirnos en la más profunda depresión o incluso llevarnos a dañar a otros?

Nuestra intención es buena, nadie lo puede negar. Estamos intentando criar leones que puedan manejarse en un mundo competitivo, ¿verdad? Pues la cruda realidad, es que en lugar de criar poderosos leones, estamos criando infelices serpientes perseguidoras de luciérnagas.

frog-1109795_960_720En resumen, para una vida mejor en un mundo mejor, hay que aprender y luego enseñar como admirar. Entender la importancia de ser consciente y agradecido por lo que ya eres (tu valía, tus habilidades, tus cualidades, tus recursos, tus capacidades) y por lo que ya tienes. VERLO, apreciarlo y cuidarlo. Un buen primer paso sería agradecer por las cosas pequeñas como una noche estrellada, un amanecer, el aroma de un buen café, o una buena bocanada de aire fresco, para que luego sea más fácil VER todo lo demás.

Expresiones relacionadas con la envidia o con su total ausencia:

  • “mirar de reojo”
  • “no puedo verlo ni en pinturas”
  • “ojos que no ven, corazón que no siente” (envidia o celos)
  • “no lo ve con buenos ojos”
  • “mal de ojo”
  • “dichosos los ojos” (ausencia de envidia)
  • “te veo” (Avatar)

¿Qué te ha parecido el artículo?

¿Te ha sido de ayuda?

¿Te gustaría añadir algo?

Autora: Crina Budulan, Coach (BBRZ Coaching) y docente en Escuela de Inteligencia

No Comments

Post A Comment